lunes, 1 de marzo de 2010

Un viaje a París - Capítulo 28.

~ Un viaje a París - Capítulo 28.

Ya había pasado como un largo mes desde mi conversación con Edward en aquella terraza del hotel. Tantas cosas habían cambiado. Todo era tan distinto para mí en aquella enorme ciudad. Me sentía pequeña en aquel lugar. ¿Dónde se quedaron aquellas ganas de triunfar y llegar a ser una famosa modelo?. Edward se había llevado mi ilusión, mis fuerzas para seguir hacia delante. Laura, mi mejor amiga, ni si quiera me dirigía la palabra. Me encontraba sola en aquel lugar. Solo Mikel me entendía, y en partes cuando llegaba a casa. Ahora, vivía con el. Me mude apenas dos días después de mi conversación con el hombre al que realmente había descubierto mis verdaderos sentimientos. Lo amaba y eso nadie lo podía evitar. Mikel, me ofreció su casa. Cosa que se lo agradecí. No quería quedarme por mucho más tiempo en aquel hotel, sola en una habitación. Donde mis amigos no me dirigiera la palabra. No quería volver a encontrármelo por los pasillos, en el hall, en la cafetería o en cualquier lugar del hotel. Tenía que alejarme y pensar. Estaba tan confusa y sin saber que hacer.

Seguí posando para Hugo. Las cosas ya no era como antes. Mis ganas de posar ante una cámara, salir en las vallas publicitarias, se habían perdido. Sabía que en estos días estaba haciendo un penoso trabajo. Que Hugo estaba empezando a tener quejas sobre mí. Tampoco es que me importará mucho su opinión. Me importaría de Luis, de Laura, y sobre todo de Edward. Sabía que había cometido una gran equivocación al cambiarme de compañía. Dejarme seducir por los besos, caricias, y susurros de Mikel tan cerca de mí. Él, Mikel. Apenas se la pasaba en casa. Nos encontrábamos por el trabajo y luego por la noche cuando ambos volvíamos a casa. Estábamos tan cansados, pero sobre todo yo sin ganas de nada que apenas articulábamos palabra. Él se encontraba distinto. Ya no le molestaba el insistir en tener algo más conmigo y yo rechazarle. Siempre tenía una sonrisa de oreja a oreja. ¿Dónde estaba aquel Mikel seductor?. Pareciese ver que a poco estaba pendiente de mi alrededor. Pero, así me sentía bien. Pensando y estando un poco sola.

Aquella mañana decidí quedarme en casa. No tenía ganas de trabajar. Me levante muy temprano, antes que Mikel que seguía aun en la cama. Las sabanas se retorcían entre sus muslos, estaba súper gracioso. No quería hacer mucho ruido ya que eran las 7:00 de la mañana y me apetecía pegarme una buena ducha calentita. Decidí bajarme a la planta baja y usar el baño de invitados. El agua me sentaba bien. Me relajaba y me hacía pensar con claridad cuando estaba dudosa. Tras ducharme, y vestirme con ropa cómoda, fui a dar una vuelta por los alrededores, pero sobre todo por un parque que había a unas cuantas calles más alejadas de la casa de Mikel.

Me encantaba caminar, sentir el frescor de la mañana sobre mis mejillas. El cantar de los pájaros. Ver el amanecer sentada sobre un banco en mitad del parque. Ver el transito de un nuevo día que comenzaba y se habría paso. La gente preparándose para ir a trabajar. Los matrimonios juntos y llevando a sus hijos de la mano a la puerta del colegio. Las parejas desayunando en una cafetería, agarrados de la mano y demostrándose lo tanto que se amaban día a día. En cambio yo, sentada sobre un banco hacía pasar el tiempo. Cuanto extrañaba España, mi familia, mis amigos, mi universidad. Deje de estudiar mi carrera por dedicarme a esto. ¿Qué hubiera pasado si hubiera seguido con mis estudios?. Supongo que ahora sería una buena abogada.

….

El sol comenzaba a entrar en la habitación, entre las rendijas de la persiana. Mikel, se removió un poco por la cama. Perezoso, cansado y deseando dormir un poquito más. El despertador comenzó a sonar y lentamente se fue levantando. Estirándose, dejando escapar un sonoro bostezo al aire. Tan solo llevaba sobre su cuerpo unos calzoncillos de talla un tanto mini. Le encantaba enseñar cuerpo. Con pasos cortos y medio adormilado se dirigió al baño y se pego una refrescante ducha. Ni si quiera se había dado cuenta de la ausencia de Desi aquella mañana ya que ambos dormían en la misma cama.

Aun no era casi las 9:00 cuando el timbre de la puerta sonó en la distancia. Mikel, ya había terminado de ducharse. Con una toalla simplemente liada a su cintura salió a abrir. Su sorpresa fue mayor cuando abrió la puerta y se encontró con aquella mujer que la hacía tanto disfrutar en la cama, Sara. El cual no pudo evitar apoyarse contra la pared de una manera un tanto sexy, y sonreír con aquella sonrisa suya pícara y atrevida.

- Pedazo de buenos días. ¿Tú por aquí? -
- Lo siento, se que no son horas. Pero, tenía que hablar contigo. - dijo, desviando su mirada hacia algún lugar de la casa que no fuera Mikel y su toalla liada a su cintura. ''¿Cómo podía abrir así?''.
- No te preocupes, ya hace un rato que llevo levantado - sonrío. Aquella sonrisa tan perfecta para seducir a cualquier chica que se le ocurriera aparecer en la casa de su amante a tan buenas horas por la mañana - Pasa, no te quedes en la puerta. Sentados en el sofá creo que podremos hablar mejor. - Sara, asintió y junto con Mikel tras cerrar la puerta, se dirigieron hacia la zona del salón más en concreto al sofá. - tu dirás de que quieres hablar, preciosa -
- Esto..yo.. - parecía dudosa. No saber por donde empezar en aquella conversación - Lo nuestro tiene que acabar aquí, Mikel. No puedo seguir haciéndole esto a Jacob. Él no se lo merece. Él me ama y yo…. - Mikel no la dejo terminar.
- Tu no lo amas, Sara. Eso crees pero no es así. - se fue acercando a ella con deseo. Sara retrocedió hacia atrás. Chocándose con el brazo del sofá. Acorralada frente al cuerpo seductor de Mikel con tan una toalla tapando su zona más deseosa de su cuerpo.

Sara sabía que las resistencias ante el deseo de besar, acariciar y sentir a Mikel eran muy pequeñas para poder separarse de él y dejarle las cosas claritas. Él, siempre conseguía salirse con la suya. Seducirla para luego hacerla sufrir de deseo y placer. Entre sus brazos con sus besos y deliciosas caricias. Sus labios ya se hacía besando los suyos. Sus manos comenzaban a acariciar su cuerpo. Para Sara era imposible no mantener alejadas sus manos del torso, cintura y demás de Mikel. Le encantaba verlo así. Empapado, tan sexy y solamente para ella. Tenía ansias de sentirlo solamente para ella. Estremecerse entre sus brazos, y alcanzar el máximo placer juntos.

Mikel, podía ver como Sara le pedía a gritos pero sin hacerlo que la hiciera suya.

- No sabes cuanto me pones cuando te veo suplicante y derrotada ante mí - susurró. Paso su lengua por su boca, saboreando para después rematarlo con un dulce pero deseoso beso. Sara se volvió a estremecer.
- Cállate - le tapo la boca con un dedo posándolo sobre sus labios. - No pierdas el tiempo. Hazme tuya aquí mismo. Te deseo Mikel, te deseo. - se abrazo a su cuello, besándole y demostrándole que ya no podía contenerse más antes sus ganas de ser de nuevo suya.
- Eres tan tan fascinante - susurró.
- No más que tu - le contestó la chica.

Apenas había empezado todo cuando ambos ya se encontraban apenas con nada de ropa sobre sus cuerpos. Tan solo sus caricias, y besos resonaban en el salón. Era de día, mejor para verse uno y otro. A Mikel, le gustaba ir despacio. Le gustaba disfrutar del momento e intentar hacer que la persona la cual tenía en frente disfrutara mucho más, o mejor dicho sufriera. Sara, con tan solo un suspiro de su amado ya se estremecía. Intentaba no caer en sus redes, hacerse a la idea de que junto a él nunca sería feliz. Él no amaba a una persona a fondo. Solo disfrutaba del sexo y de sus placeres. ¿Por qué no se metía en la cabeza aquello y dejaba a Mikel de un lado?. Mikel no la amaba. En cambio, Jacob, su prometido, sí. Sabia que no estaba haciendo bien. Aparte de hacerse daño a ella misma con aquellos recuentros con Mikel, le estaba haciendo a la persona que más le había demostrado y apoyado en todos estos años atrás. Cuando se sentía débil y lloraba por añorar aquellas caricias de Mikel. Su mente comenzaba a reflexionar cuando tuvo que dejarlo y lanzar al aire un inesperado gemido. Mikel, se estaba entreteniendo con su vagina. Su lengua la surcaba. Sus dedos a la vez también se hacían presentes. Los metía para luego sacarlos una y otra vez. Sara sentía que iba a peder la cabeza si aquello seguía así. Se aferraba al cuello de Mikel, lo agarraba con fuerza. Pues sentía que se iba a desplomar de un momento a otro. Mikel era demasiado para ella. Sabia que le haría sufrir sin cesar hasta quedarse del todo contento. Sus manos pasaron de estar en su cuello, a amarrarse a su pelo. Tiraba a la vez que gemía. Necesitaba parar aquello y disfrutar un poco ella misma. Lo paro en seco. Mikel la miro rabioso, pero a la vez pícaro. Conocía a la chica perfectamente para saber cuales eran sus intenciones. Igualmente no quería que ahora ella se centrara a él. Quería seguir disfrutando de aquello.

- No – le volvió a parar Sara. Le levantó la barbilla. Quería que le miraba, que entendiera que tenía que saber esperar – Ahora me toca a mí – susurró. Se aparto de debajo suya, no si antes darle un beso en los labios. Lo tiró sobre el sofá. Se sentó sobre si cintura, y su lengua empezaba a surcar su pecho, vientre, hasta llegar a la zona más sensual de Mikel, su preciado miembro. Mikel se agarro de las partes que podía del sofá. Suspiraba y gemía a la vez. ¿Cómo podía hacerle tanto sentir aquella chica?. Pensaba que iba a explotar si no la cogía ya y la hacia suya sin más. Apenas Sara había podido disfrutar de aquello. Mikel la sentó derecho su zona central. Abrió las piernas y fue introduciendo su miembro. Los primeros minutos fueron desesperados para ambos. Sara gemía y pegaba saltos sobre las piernas de Mikel. Aquellos saltos provocados por el chico. Era tanta la presión con la que le estaba haciendo suya que no podía controlar tanto como el quisiera la situación.

….

Me parecía que ya había andado por hoy lo suficiente como para volver a casa, desayunar algo ligero y relajarme en el jardín, tomar un poco de sol vestida. No quería preocupaciones ni saber nada de trabajo por aquel día. Sí, sabia que Hugo se molestaría. Pero, ¿acaso me importaba aquello?. Por mí como si me despedía y dejaba de formar parte de su empresa. Todas mis ideas habían cambiado al respecto. Creía encontrarme a gusto y no fue así.

Me encamine hacia la casa de Mikel. Para mi sorpresa me encontré con un chico en la puerta. Andaba de un lado para otro de la acera. Parecía bastante preocupado y angustiado. No lo conocía de nada. Ni si quiera de haberlo visto por el barrio. Educadamente me acerque a él.

- Hola – le saludé. - ¿Le puedo ayudar en algo? – le pregunté. El chico se giró y me dedico una sonrisa.
- Hola. ¿Sabes si Mikel se encuentra en casa? – note una cierta inquietud en el tono de su voz. Como bien sospechaba estaba preocupado por algo.
- Sí – abrí la puerta del jardín para entrar dentro – Pasa, seguro que se esta duchando o terminando de desayunar. ¿Tu eres? – quería conocer al menos su nombre.
- Oh si, me llamo Jacob. Encantado, ¿y tu eres? –
- Desi, una amiga de Mikel. Ahora vivo con él. Somos como compañeros de piso – le dedique una sonrisa. Jacob sonrió y me acompaño hasta la puerta.

Llevaba las llaves de la casa sobre mi mano derecha. Preparada para meterla en la cerradura y entrar dentro de la casa. Me quede paralizada al escuchar ciertos ruidos dentro de la casa. No eran unos ruidos cualquiera. Aquellos ruidos eran bastante peculiares. Jacob, me miró desencajado. Su cara de preocupación fue a más. Rápidamente, visto y no visto, agarro las llaves de mi mano, abrió la puerta y como rayo se adentró dentro. Yo hizo lo mismo y me adentré detrás de él, siguiéndole. Ambos, nos quedamos parados frente al salón. Más en concreto en el sofá mayor de la sala. Mikel, y una chica la cual desconocía se hacían sobre el sofá. No estaban charlando para mi mayor sorpresa. Ambos, se encontraba desnudos. Sudorosos. Fatigados. Deseosos por seguir con su entrega ante al sexo. Tengo que reconocer que su caras fueron de sorpresa al encontrarme allí, pero mucho más por ver a Jacob parados frente a ellos con cara de a saber cual ya que me encontraba detrás de él y apenas podía verle bien el rostro. Jacob, tensó sus brazos cerrando los puños. Parecía querer esconder como su rabia enfado. Mi cabeza solo tenía espacio para una pregunta tras otra. ¿Quién era aquella chica?. ¿Quién era Jacob para ellos dos y el porque de su enfado?. Pero sobre todo, había una pregunta que me tenía intrigada. ¿Por qué Mikel me estaba haciendo aquello?. Estaba claro que no estaba saliendo con él. Pero, eran tantas las veces que me había declarado su amor, su entrega hacia mí, que apenas podía pensar con claridad en el porque de aquello. Me sentía confusa y se pude decir que un poco ¿mosqueada?. Sí, esa era la palabra correcta.

Estuvimos varios minutos en silencio hasta que la chica comenzó a hablar muy desesperada. Lágrimas en sus ojos empezaban a estallar.

- Jacob, mi amor – se levantó de encima de Mikel completamente desnuda sin taparse sus zonas más intimas. Seguro que poco le importaba el que ambos le viéramos desnudas. – Todo esto tiene una explicación bastante razonable. Solo …. – fue interrumpida por el muchacho.
- ¿Una razón bastante razonable? – preguntó bastante incrédulo. Antes desvió una mirada de despreció a Mikel que aun se encontraba tumbado en el sofá, expectante – ¿Acaso crees que todo esto tiene una razón razonable?. – note como su voz se humedecía. Supongo que le entraron unas ganas tremendas de salir corriendo y de llorar. Por lo poco que había podido llegar a escuchar y entender, Jacob era el novio o lo que fuera de aquella chica.
- Jabob – habló por primera vez, Mikel – De verdad que tenemos una buena explicación para darte. – se levantó tapándose con una de sus manos su miembro.
- Cállate – levantó la voz más fuerte – Nunca me llegue a imaginar que mi mejor amigo de la infancia iba a hacerme esto. ¿Cómo has podido acostar con mi chica? –
- Tampoco es para que te pongas así. No tengo la culpa de que no le hagas disfrutar en la cama – me quede loca ante la respuesta tan grosera y fuera de lugar de Mikel. Apenas hubo más palabras ante aquella respuesta. Jacob aparto de un empujón a su chica, tirándose sobre Mikel y a la vez dándole un buen golpe sobre la mejilla derecha. Mikel, tropezó contra la mesita del salón y cayo al suelo. Jacob, se tiró sobre él. Sin importarle nada las suplicas de su chica que lloraba totalmente desesperada. Sí, podría haberme movido del sitio y haber intentado separar a aquellos Jacob y Mikel de sus duros golpes. Pero, la sorpresa aun me tenía paralizada.

Los golpes dudaron poco ante las suplicas de aquella chica a Jacob. Este, la miró con mayor decepción. La cogió en brazos echándola sobre sus hombros y se dirigió hacia la puerta. Apenas me moví para agarrar la ropa que se hacía tirada en suelo y salir en busca de la pareja.

- Esperad – grité. Jacob se paró y me miró – Ten, no querrás que media ciudad la vea desnuda ¿no? – le di la ropa. El chico, la cogió y luego me dedico una débil sonrisa marchándose hacia el coche que se encontraba aparcado justo detrás de el de Mikel. ‘’Un Momento’’, pensé para mis adentros. ‘’Mikel’’, susurré. Seguramente se encontraba herido. Me dirigí a toda prisa en su busca. Él, se encontraba sentado en suelo. Tenía el labio lleno completamente de sangre. Seguramente, Jacob se lo había partido tras arrearle aquel tremendo puñetazo en el labio.
- ¿Es que no piensas ayudarme? – me preguntó Mikel. Volviendo a mis cabales, asentí y lo ayude sentándolo en el sofá. Cogí su ropa del suelo y se la di para que al menos tapara su zona más intima – Gracias – apenas me susurró. Ni si quiera le respondí. Me dirigí al baño y agarre un el botiquín. Un poco de algodón con alcohol para desinfectar la herida. - ¿Es acaso no piensas decirme nada? – me preguntó, ahora. ¿Y que le iba a preguntar?.
- ¿Qué quieres que te pregunte? – le cogí de la barbilla para darle mejor en la herida.
- No se, ¿ni si quiera un porque de esto?. ¿No estas enfadada conmigo? – parecía bastante sorprendido.
- Más que enfadada estoy algo molesta. Pero – hice una pequeña pausa – nosotros no somos nada Mikel, ni lo seremos nunca. Creo que esa parte ya la tengo bastante clara –
- Oh – exclamó con mayor sorpresa.